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sábado, 1 de marzo de 2014

Tiempos de recambio?

LA REVOLUCIÓN DE LA AZUL Y BLANCA

Una verdadera conmoción en el mundillo de la Cooperativa?

LAS PIEZAS DE MARZO

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2do. Foro Federal de investigadores y docentes de Economía Social.

Eje IV: Alcances y riesgos de la implementación de políticas públicas

vinculadas a la promoción y fortalecimiento de la Economía Social y el

Desarrollo Local.

Economía Social: algunas reflexiones sobre propuestas y prácticas.1 2

Luis E. Caballero.

La visión estrictamente mercantilista de la Economía Social hace referencia continúa al concepto de sostenibilidad en el nivel micro según si los emprendimientos cumplen las “reglas del mercado”. J. L. Coraggio plantea la necesidad de diferenciar dos visiones contrapuestas de sostenibilidad a nivel micro:

i) Sostenibilidad mercantil estricta. Desde esta visión, la unidad productiva debe lograr mantenerse por sí misma, sin ayuda exterior ni pérdida de recursos existentes, y debe lograr obtener un excedente monetario que le permita capitalizarse. Cuando no se realizan en el mercado formal, las transacciones de insumos (incluido el trabajo) y productos deben valuarse a precios de mercado, porque -como el mercado es el óptimo asignador de recursos-su vector de precios contiene la mejor información para valuar dicho bien o servicio. El valor de los ingresos monetarios de la unidad productiva debe necesariamente cubrir todos los costos incurridos al desarrollar la actividad y los costos contemplan no solo los gastos efectivamente desembolsados, sino también aquellos subsidios que pudiesen llegar a obtener (por exenciones fiscales, por la presencia de trabajo no mercantilizado, etc.). Esta visión es conducente a que la evaluación de proyectos de inversión en estos emprendimientos se circunscriba a establecer su rentabilidad ex-ante.

Creemos que esta visión reproduce la lógica económica empresarial capitalista, y no se condice con la propuesta de la Economía Social.

ii) Sostenibilidad socioeconómica. Esta visión de sostenibilidad reconoce la presencia de subsidios económicos generalizados en la actividad económica, y la participación de trabajadores o recursos no mercantilizados en las estrategias económicas populares. Su punto de partida es reconocer como sistemas de prácticas a las estrategias que adoptan las unidades de la Economía Social, y determinarlas como objeto de análisis en las políticas, determinando las relaciones y fenómenos sociales que le dan especificidad y el conjunto de actores sociales insertos.

Esta visión pone foco en la unidad doméstica, como unidad de reproducción social, que configura un conjunto de relaciones sociales cambiantes que establecen una serie de obligaciones mutuas, con la reciprocidad como principio organizador, y con el fin de ayudar a la supervivencia de sus miembros. Así, las estrategias de reproducción se asocian con el ciclo de vital de los hogares, planteando la necesidad de un análisis de mayor plazo. (E. Mignone, I. Wallerstein)

Estas dos visiones de sostenibilidad a nivel micro son antagónicas y poseen supuestos implícitos distintos, especialmente en dos aspectos que hacen referencia a la posibilidad y pertinencia de aplicar criterios de viabilidad estrictamente mercantil a nivel microsocial. El concepto de sostenibilidad mercantil estricta supone que el objetivo perseguido por las unidades productivas es el de la maximización de la ganancia. En ese caso, la medición del supuesto éxito de cualquier unidad productiva se reduce a contemplar el excedente producido. En cambio, el concepto de sostenibilidad socioeconómica permite reunir los conceptos de producción y satisfacción de necesidades desligados en la economía capitalista-, analizando el aporte de dicha actividad económica a la generación de satifactores para el desarrollo de las personas.

(M. Max-Neef)

Otro aspecto relevante y oculto en el discurso de la visión de la sostenibilidad mercantil estricta, es que ni aún las empresas capitalistas cumplen este criterio, y no consideran la totalidad de costos y subsidios implícitos en su actividad productiva. La sostenibilidad mercantil estricta debería valuar la diferencia entre el salario efectivamente desembolsado y el costo de reproducción de la vida, como un subsidio por parte de los trabajadores hacia la unidad productiva. Además, debería valuar la externalidad negativa que se produce en términos de destrucción del medio ambiente, el subsidio indirecto por la educación que han recibido sus trabajadores, etc.. En esta realidad, que ni las empresas capitalistas cumplen totalmente estos criterios, resulta absurdo proponer criterios de sostenibilidad mercantil estricta para evaluar el desempeño de unidades productivas de la Economía Social.

Creemos que la sostenibilidad de las iniciativas de la Economía Social depende esencialmente de los vínculos y las relaciones que logra entablar con su entorno. En el aporte del nivel meso a la sostenibilidad de la ES, es fundamental su inscripción territorial, como ámbito de realización democrática, viabilizando formas de concertación social, como espacio estratégico para el surgimiento y la consolidación de nuevos sujetos políticos populares, capaces de impulsar nuevas estructuras económicas autosostenidas. Territorio, como el espacio configurado por la historia de relación entre los actores, y por las cuestiones que los ponen en relación, alcance y a la vez la escena de la acción, resultado de un proceso de construcción social, político, y simbólico, y potencia para la construcción de una solidaridad orgánica. (M. Chiara y M. Di Virgilio).

En conclusión, es necesario incorporar al análisis un conjunto de factores, actores y nociones que permitan superar la visión del individualismo metodológico de la sostenibilidad mercantil estricta. Esto implica la necesidad de desarrollar nuevas técnicas de evaluación acordes a la propuesta de la Economía Social, superando la lógica del proyecto como unidad cerrada e independiente para el análisis, y reconociendo la necesidad de analizar procesos. También implica pensar, reconociendo las características de la situación social existente, la necesidad de estrategias complementarias (y cuales serían sus plazos) que deberían encarar los actores gubernamentales para la promoción de Economía Social y de su sostenibilidad.

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