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miércoles, 12 de febrero de 2014

La eficiencia del egoísmo.

#TRELEW La otra Economía es posible?

Diapositiva1

Introducción a la Economía Social Solidaria.

Contracara: Lo que está y lo que es.-

La otra economía: entre la eficiencia, el poder y ¿la simpatía?

Leonardo Garnier: Modulo 1

1. Advertencia

Cualquier introducción a la economía debería empezar -algo en broma pero también algo en serio- con esta advertencia a los estudiantes: “aprendan toda la economía que puedan pero, por favor, no se conviertan en economistas”.

Y es que si bien hay muchas formas de “ser economista” hay al menos una que es preciso evitar, aunque, lamentablemente, abunda: la de esos economistas que se toman tan en serio a sí mismos y a la economía que terminan por reducir todo -la vida social, la política, las relaciones humanas y hasta la conciencia- a manifestaciones de una única realidad: la del homo economicus, caracterizada por la elección individual, racional y auto-interesada entre opciones alternativas jerarquizables, cuyo estudio es lo que comúnmente llamamos “Economía”.

Sin duda es importante saber economía para entender la vida en sociedad. Sin duda, una de las características de esa vida social es, precisamente, que los individuos y grupos que conforman la sociedad enfrentan la constante necesidad de optar, de elegir entre diversas alternativas; y cada una de esas opciones representa un reto a resolver. Ayuda mucho cuando logramos desentrañar, aunque sea parcialmente, los elementos que involucran esas decisiones, sus costos y beneficios recíprocos y relativos. Y ayuda mucho cuando logramos comprender, aunque sea parcialmente, los procesos mediante los cuales las sociedades, los individuos y grupos que las forman, enfrentan esos procesos de toma de decisiones, esos procesos de elección.

El estudio de la economía, pues, es importante. Pero entender su importancia no tiene por qué llevarnos a reducir la vida social a un aspecto particular de las decisiones sociales: el aspecto económico referido al costo/beneficio que ellas entrañan para cada individuo. Ese reduccionismo economicista más bien contribuye a empobrecer nuestra visión y comprensión de la vida social y, de hecho, nos convierte en malos economistas.

2. La eficiencia del egoísmo

Suele decirse que la economía trata de cómo lograr la máxima satisfacción de necesidades ilimitadas mediante el uso de recursos que son escasos. Detrás de esta idea subyace tanto la idea del beneficio como la idea del costo o, en palabras de Jevons (1998: 93), la idea del placer y la idea del dolor: “El placer y el dolor son indudablemente los objetos últimos del cálculo de la economía. Satisfacer nuestras necesidades al máximo con el mínimo esfuerzo -procurarnos la mayor cantidad de aquello que es deseable a costa del mínimo de lo que es indeseable-, en otras palabras, maximizar el placer, es el problema de la economía”.

En realidad de lo que se trata no es simplemente de maximizar “el placer” sino de maximizar la diferencia entre el placer y el dolor, entre el beneficio y el costo. La economía trata, como hemos dicho, de la elección individual, racional e interesada entre opciones que son alternativas y jerarquizables. Por eso decimos que la economía trata de la eficiencia, entendida como la forma y el orden más razonable de alcanzar la satisfacción de nuestros intereses o deseos. Esto se puede ver desde dos perspectivas distintas (algo que luego analizaremos como la dualidad del análisis económico): la búsqueda del mínimo esfuerzo o de la máxima satisfacción.

• La ley del mínimo esfuerzo: dado el beneficio, la satisfacción o la utilidad que se desea tener, los agentes económicos tratan de alcanzarlo con el mínimo costo, con el mínimo sacrificio o con el mínimo esfuerzo posible. Se trata de sacrificar o pagar lo menos posible por aquello que queremos tener.

• La ley del máximo beneficio: dado el costo que tienen los distintos bienes con los que aspiramos satisfacer nuestros deseos, los agentes económicos actúan de tal manera que se maximice el beneficio, la utilidad o la satisfacción que pueden obtener a partir de su dotación inicial de recursos. Se trata de obtener o cobrar lo más posible por aquellas cosas que tenemos.

Pero lo que hace interesante a la economía no es este sustrato individual del que parte para maximizar la satisfacción o minimizar el costo, sino su significado social. De hecho, uno de los descubrimientos más importantes y tempranos de la ciencia económica consiste en que, al intentar satisfacer de la mejor manera posible sus propios intereses en el contexto de una economía de mercado competitiva, cada agente económico individual puede estar contribuyendo a que el conjunto de la sociedad logre también satisfacer sus deseos y sus intereses de la mejor manera posible: maximizando el beneficio social, o minimizando el costo social.

De aquí surge el argumento básico sobre la eficiencia del egoísmo del que ya en 1776 nos habla Adam Smith (1965: 14) en La Riqueza de las Naciones: “No es de la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero que esperamos obtener nuestra comida, sino del cuidado que ellos tienen de su propio interés. No recurrimos a su humanidad, sino a su egoísmo, y jamás les hablaríamos de nuestras necesidades, sino de las ventajas que ellos sacarán”.

La clave de este argumento está en comprender que los agentes económicos individuales no actúan siguiendo una instrucción o un plan preestablecido, sino de acuerdo con sus propios intereses, buscando maximizar su propia satisfacción, pero tienen que hacerlo en un contexto en el que todos los demás actúan de la misma forma. Es esa combinación recíproca de cada quien buscando su propio interés la que, mediante el mecanismo del mercado, permitirá que se satisfaga de la mejor manera posible el interés de todos. Tal es, como veremos, la magia del mercado.

Próximo Modulo: La importancia de la simpatía.

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