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jueves, 27 de marzo de 2014

PLATAFORMA Y COOPERATIVIZACION

 

Cuando la semilla cae en tierra fértil.

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La necesidad de crear la estructura adecuada.

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Jean-Louis Laville: Modulo 4

Una abundancia de iniciativas

En este nuevo marco, las innovaciones que provienen de redes de la sociedad civil se han manifestado, en toda Europa, adoptando en su mayor parte las formas asociativas y cooperativas. Estas se articularon a los cambios de la acción pública de diferentemente manera, según las configuraciones del Estado benefactor en las cuales se inscriben.

En los países escandinavos, las nuevas organizaciones mostraron una manera de actuar diferente de la propia de las asociaciones tradicionales. Desviándose del enfoque político y cultural hegemónico de los años 1970, propusieron en los años 1980 “nuevas formas organizacionales y soluciones a los problemas sociales locales” (Klausen, Selle, 1996: 99-122). Entre estas figuran las organizaciones llamadas de “promotores de proyectos” en Dinamarca, constituidas a partir de la importante implicación de una o varias personas así como las cooperativas en el cuidado de los niños en Suecia. En este país, en 1994 funcionaban 1.768 estructuras no municipales de servicio de guardería que recibían el 12% de los niños beneficiarios de la estructura de recepción, entre las que se encontraban 1.020 cooperativas de padres y 117 de trabajadores (Pestoff, 1997, 1998). En este contexto la forma cooperativa y asociativa participa tanto en una reconversión de los servicios existentes como en la creación de nuevos servicios. “La cooperativización” de los servicios sociales (Lorendahl, 1997; Pestoff, 1998) responde ante todo a un objetivo de crecimiento del papel de los usuarios, en especial los padres, para la organización de la recepción de sus hijos y ha sido admitida debido a la presión de las restricciones financieras que ejercen sobre el sector público.

En el otro extremo, en los países mediterráneos, de reglamentación dual, fue paradójicamente adoptada la misma forma jurídica: el estatuto cooperativo se utilizó para proponer servicios que el sector público no podía asumir. En Italia, las cooperativas sociales se impusieron en numerosos territorios por su capacidad para hacerse cargo de funciones que precedentemente no estaban cubiertas: la contratación de población excluida del mercado de trabajo y la puesta en marcha de servicios a las personas. Se desarrollaron rápidamente ya que, nacidas en los años 1970, llegaron a ser casi 3.000 reagrupando en 1996 casi 100.000 asociados, de los cuales alrededor de 75.000 eran asalariados, movilizaron 9.000 voluntarios y brindaron servicios a cientos de miles de personas (Borzaga, 1997). Así pues, si la dimensión del tercer sistema en Italia es aún menos importante que en otros países -en los cuales el tercer sistema tiene amplias inversiones- es por que el Estado juega todavía un papel dominante en sectores como la educación y la salud (Gui, 1992). Pero la reciente dinámica ha sido considerable.

Ella prueba que la señal de confianza vinculada a la dificultad de no redistribución (Hansmann, 1980; Ortmann, Schlesinger, 1997: 97-119) puede ser sustituida por otras características propias de las cooperativas, como la participación de las partes involucradas o el comportamiento de los empresarios y trabajadores (Young, 1983; Borzaga, Mittone, 1997). La ley de 1998 sobre las cooperativas de solidaridad social en Portugal agrupa, por su parte, a los miembros "efectivos" beneficiarios de los servicios y a los miembros "voluntarios", que son contribuidores de bienes o servicios no remunerados. Las cooperativas con vocación social fueron apareciendo en paralelo en España. La ley general de 1999 menciona a las cooperativas de iniciativa social destinadas a prestar servicios educativos, de salud, de inserción o cualquier otra necesidad social no cubierta por el mercado. A nivel regional, existen en Cataluña las cooperativas mixtas de integración social, en el País Vasco y en la región de Valencia las cooperativas de integración social; por ejemplo en esta última, algunas bajo la forma de cooperativas de trabajo asociado compuestas de trabajadores, especialmente en la ayuda a domicilio, evolucionaron hacia una organización mixta de integración productores- consumidores (Sajardo-Moreno, 1996). En menor grado en el Reino Unido, el sector voluntario se expresa en ciertos campos por las cooperativas sociales para la inserción o para servicios como el cuidado de niños y la ayuda domiciliaria. El número de iniciativas difícil de registrar, escasamente supera la decena, aunque también existen algunas empresas comunitarias (community enterprises), numerosas en Escocia, que representaban en el Reino Unido 400 unidades productivas en 1995 con 3.500 empleados.

Paralelamente, las organizaciones voluntarias contribuyeron a paliar carencias, como atestigua el ejemplo de los playgroups para la recepción de los niños pequeños. En Inglaterra y en el país de Gales, desde 1986 más de la mitad de los niños beneficiarios de una recepción colectiva ingresó en un playgroup, servicio de recepción a tiempo parcial para los niños de menos de cinco años de edad, resultando de una iniciativa paternal que reacciona contra la escasez de guarderías.

El auge cooperativo, en las actividades que fueron citadas, esta ligado a la posibilidad legal de una apertura de las cooperativas, tradicionalmente basadas en una categoría homogénea, a la representación de diferentes beneficiarios en los órganos de decisión (voluntarios, trabajadores, consumidores, colectividades locales, etc.) permitida por la ley de1991 en Italia. No es asombroso, por otra parte, que las cooperativas de tipo social se desarrollen en países donde los regímenes de Estado de bienestar habían recurrido poco a las asociaciones en la prestación de servicios, y las asociaciones están limitadas desde el punto de vista de sus actividades económicas. La situación es muy diferente en los países de régimen corporativista donde los poderes públicos adoptan habitualmente un estrecho partenariado con las asociaciones.

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